Los Salesianos Cooperadores nacimos con el proyecto de Don Bosco en favor de los jóvenes pobres. Desde fines de 1841, en efecto, para su "obra de los oratorios" recurrió a la colaboración de muchas personas. Ampliando su obra, Don Bosco se dio cuenta de la creciente necesidad de Cooperadores, (también de sacerdotes, pero sobre todo de laicos), ligados a las misión salesiana. Pensó entonces en unirlos y asociarlos.
¿Cómo quiso Don Bosco a los Cooperadores? Ante todo que fuéramos corresponsables de la misión salesiana: "A los Cooperadores Salesianos -escribe en su reglamento se les propone la misma mies de la Congregación de San Francisco de Sales, a la que quieren asociarse" (RDB, IV). Por consiguiente están insertos en la realidad del mundo: "Estos, haciéndose Cooperadores Salesianos, pueden seguir en medio a sus ocupaciones ordinarias, en el seno de su familia..." (RDB, III).
Cada Cooperador está llamado al apostolado, o sea a vivir con corazón Salesiano la misión de la Iglesia, pero cada uno vive el compromiso apostólico de un modo adecuado a sus propias responsabilidades familiares y profesionales, a los propios talentos, a las propias aptitudes, a los dones y gracias recibidas, a la propia formación, e incluso en el propio estado de salud: "prestando en todas partes una atención preferente a la juventud necesitada".
El apostolado del Cooperador es ante todo un servicio al Reino de Dios, que abraza toda la vida cotidiana y que se expresa también en actividad. La colaboración en la actividad pastoral de la Iglesia es expresión de una coherente experiencia de fe que impregna toda la existencia.
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