63 Mártires salesianos españoles

viernes, 5 de octubre de 2007

Semilla de nueva vida para los jóvenes más necesitados y las clases populares


Luis Manuel Moral
Provincial de la Inspectoría Salesiana de Madrid


Entre los nuevos beatos se encuentra el grupo de la Familia Salesiana de España agrupado en la causa “Enrique Saiz Aparicio y 62 compañeros”.


El grupo está formado por 22 sacerdotes, 18 coadjutores, 19 jóvenes salesianos seminaristas, 3 laicos, y un sacerdote diocesano, también cooperador salesiano. En el grupo hay una mujer, la cooperadora salesiana Teresa Cejudo, que sufrió el martirio en Pozoblanco (Córdoba). La edad media es de 37 años. El más joven, de este grupo y de todos los nuevos mártires, es el aspirante Federico Cobo que fue martirizado en la zona de Puerta de Hierro de Madrid a los 17 años. El de mayor edad es el sacerdote Félix Paco Escartín, de 69 años de edad y que murió en Málaga. En el grupo de los mártires salesianos hay 17 con menos de 25 años; 14 entre los 26 y 35; otros 14 entre los 36 y 45; y 18 cuentan con más de 46 años. La mayor parte murieron en 1936, en los primeros meses de la Guerra Civil. Sólo dos murieron en 1937.


La historia del martirio de estos 63 miembros de la Familia Salesiana se escribe entre la muerte de Antonio Fernández Camacho, salesiano sacerdote, que fue martirizado el 20 de julio de 1936 en Sevilla, y la del también sacerdote Pío Conde, asesinado en Madrid el hacia el 15 de marzo de 1937. Ninguno de ellos estaba implicado –ha escrito un historiador salesiano- en luchas partidistas, no tenían armas ni daban cobijo a desertores, jamás habían atentado contra la República legítimamente constituida ni eran reos de delitos comunes. Podría decirse que si no hubieran sido religiosos, no habrían sido asesinados.


Ofrecieron su vida


Los datos anteriores, con ser importantes, son sólo un rápido bosquejo biográfico. La celebración del martirio de nuestros hermanos significa el compromiso de Dios con la historia del hombre, para que descubra su sentido y su destino. Proclamar a todos estos mártires, no es hablar de vencedores ni vencidos, sino reconocer la potencia del Espíritu que eleva hasta la heroicidad la fidelidad a la persona de Jesucristo y su evangelio.


Para nosotros, salesianos, la beatificación de estos hermanos nuestros es un motivo de alegría, al saber que fueron fieles a su vocación hasta el último momento de su vida. Más allá de las circunstancias políticas y sociales que rodearon su muerte, como todos los mártires a lo largo de la historia de la Iglesia, los mártires salesianos son testimonio del valor del amor y del perdón y el valor del único absoluto en la vida que es Dios. Ellos, como salesianos, dedicaron su vida a los jóvenes más necesitados y a la formación de las clases populares. Trabajaban en barrios obreros, en escuelas profesionales, ayudando a cientos de jóvenes a labrarse un porvenir en la convulsa España de la primera mitad del siglo XX.


Entre los 63 miembros de la Familia Salesiana que serán beatificados hay salesianos sacerdotes y coadjutores, salesianos cooperadores, seglares y seminaristas, pero todos ellos tenían algo en común: habían elegido centrar su vida en Dios y, cuanto mayores fueron las dificultades y estaba en peligro su propia vida, decidieron no salvar la propia vida, sino ofrecerla por el Reino. A este grupo de la Familia Salesiana hay que sumar los 32 que fueron beatificados en 2001.


Es una gran ocasión para darnos cuenta de lo que supone el compromiso de la consagración religiosa y de la fe como algo que empeña toda la vida y toda la persona. No es un compromiso a medias tintas. Ellos supieron expresarlo con la entrega cruenta de la vida. A nosotros nos corresponde expresarlo con una vida diaria de fidelidad al carisma salesiano y a los jóvenes, nuestra misión.

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